Cada tres de mayo se celebra el Día del Velorio de la Santísima Cruz, una tradición cultural y religiosa con más de 151 años de historia. Esta festividad rinde homenaje a la naturaleza, especialmente por ser mayo, el mes que marca el inicio de la temporada de cosechas y se vincula con el comienzo de la época de lluvias.

Esta tradición, considerada patrimonio cultural desde 2014, consiste en elaborar una cruz con madera y ubicarla siempre en un lugar alto y visible. Luego se pinta, se viste con papeles de colores y se adorna con frutas y flores campestres, como rosas, jazmines, malabares, trinitarias y clavellinas.

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“Mi abuela Esperanza Izaguirre, hacia una velada en la orilla de la playa donde invitaba a los muchachos de la zona, y comenzaban a cantar libremente, mi abuela no tenía esa seguidilla de qué es lo que se le hacía a la cruz que nos dejaba cantar fulias, aguinaldo, tambor, lo que nos llevó a ir incursionando en la cultura poco a poco” expresó Brayhan Izaguirre, un decimista del pueblo de La Sabana, que desde muy joven se sintió atraído por esta tradición y hoy en día forma parte de ella.

“La importancia que tiene la Cruz de Mayo para mí, es la que le dan mis antepasados”, agregó Izaguirre, quien destaca que en La Sabana tienen una gran fe en la cruz, por lo que constantemente les piden protección, cuidados y que les brinde la abundancia de la madre tierra.

Estas celebraciones van acompañadas de manifestaciones musicales propias de cada región, como los galerones, punto y llano, fulías, malagueñas, romances y tonos. Los instrumentos utilizados incluyen el cuatro, la mandolina, la guitarra, el tambor cuadrado, las maracas y el acordeón. Asimismo, se comparten bebidas y dulces típicos.

Es importante resaltar que los indígenas ya celebraban algo similar llamado “el árbol del fruto”, lo cual hace que para Izaguirre la cruz simbolice la tierra viva y el amor brindado por la naturaleza. Por lo que ve en esta festividad com una manera en la que los creyentes le retribuyen todo a la naturaleza.

Por su parte, Juan Correa, músico del pueblo de Naiguatá, comparte el anhelo que siente cada vez que llega el mes de mayo. Para él, este mes es fundamental para pedir por la salud y el sustento.

Correa explica que desde temprana edad se enseña a los niños del pueblo a no ver la Cruz de Mayo únicamente como un símbolo de muerte. En cambio, representa un espacio donde los campesinos pedían por una buena cosecha y prosperidad.

“Yo fui creciendo con ese don y estoy tocando desde los nueve años y gracias a Dios, todavía me he mantenido, me mantengo y siempre le pido a mi Dios que me dé mucha vida y salud para seguirle aportando a la cruz, lo que de verdad se merece”.

Por: Maximiliano Rumbos.

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