Luzmarina Cañizales, una apasionada bailarina y defensora de la cultura, ha encontrado en la parroquia Carayaca su hogar durante casi tres décadas. Proveniente de una familia musical, creció inmersa en un ambiente de alegría y melodías, rodeada de hermanos que formaban parte de reconocidas agrupaciones en Caracas.

A pesar de su evidente talento para la danza, su incursión formal en este ámbito no se dio hasta su etapa adulta. Sin embargo, desde temprana edad demostró su pasión por el baile, participando en actos escolares, estudiantiles e incluso recibiendo una mandolina como regalo de su hermano mayor.

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“Creo que mi mamá me tuvo un poquito tarde y no había ese boom de incorporarme a una agrupación de danza donde yo pudiese realizar mi sueño, sin embargo, en el colegio no perdía un acto, bailaba, cantaba, hasta en estudiantiles estuve, mi hermano mayor me regaló una mandolina, pero en realidad no era lo mío”.

Lo que siempre soñó, llegó en su etapa adulta, cuando junto a otros miembros de un centro espiritual al que pertenecía, decidieron crear una agrupación de danza. Inspirados por el padre de su guía espiritual, Don Pablo Hidalgo, quien fue un cultor de los Valles del Tuy y autor del segundo himno del estado Miranda, “Amanecer Tuyero”.

Entre los años 1997 y 1998, Luzmarina se trasladó a Carayaca con su familia y debido a la falta de oportunidades y actividades para las niñas de la zona, por la distancia entre la población y la ciudad, comenzó a agrupar voluntarias, para iniciar la segunda generación de danza Don Pablo Hidalgo, convirtiéndose en un trabajo significativo para la parroquia.

Para Cañizales, la agrupación representa más que un grupo de baile, se trata de un espacio para la formación integral de los niños y jóvenes, donde se les brinda la oportunidad de expresar sus emociones, desarrollar valores y fortalecer su identidad cultural.

“Han pasado cantidades de muchachos por mis manos y cuando digo por mis manos no es solamente el hecho de hacer el trabajo cultural, sino de involucrarte con ellos, de conocerlos, manejar las emociones con ellos y que aprendan también a expresarse”.

Esta unión entre alumnos y profesora llevó a Danzas Don Pablo Hidalgo a obtener el reconocimiento como Patrimonio Cultural, junto a la incorporación de nuevas generaciones, incluyendo a sus hijas y nietos. La agrupación ha experimentado un crecimiento significativo, gracias a su dedicación y trabajo constante, que les ha permitido seguir avanzando y consolidando su proyecto.

Su trabajo se ha multiplicado a través de su colaboración con instituciones educativas, llevando la danza y sus valores a un público más amplio, “No tendría una cifra exacta porque además del trabajo que hemos hecho con la agrupación, es lo que hemos ido formando en instituciones educativas, el trabajo ha sido supermultiplicador, y bueno ya vamos para 33 años en este trabajo y yo me siento todavía con muchas ganas de seguir”.

Luzmarina expresa su profunda gratitud por la oportunidad de compartir su pasión por la danza y formar a las nuevas generaciones. Afirma que este proyecto no tiene fin, ya que las nuevas generaciones están preparadas para continuar este legado familiar y cultural.

Por: Maximiliano Rumbos.

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