Rusia contabiliza cinco ciudadanos fallecidos hasta el momento por las inundaciones causadas en la región de Jersón, en el sur del país, como consecuencia de la destrucción de la presa de Kajovka el pasado martes. 

Según los servicios de emergencia rusos, el agua que salió sin control de la presa destruida inundó ya a más de 14.000 casas en 15 localidades.

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Moscu culpó a Ucrania del ataque y lo vinculó con la contraofensiva lanzada por las fuerzas de Kiev. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseveró que la destrucción de la central hidroeléctrica representa un sabotaje deliberado de Ucrania.

A su vez, el secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró que el organismo mundial “no tiene acceso a información independiente sobre las circunstancias” de la destrucción de la presa y se abstuvo de señalar a algunas de las partes. 

No obstante, calificó de “catástrofe monumental, humanitaria, económica y ecológica” la voladura de la presa, situada cerca de la ciudad de Nueva Kajovka.

Un comunicado de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU advirtió que, aunque el impacto de la rotura de la presa de Kajovka, está todavía siendo evaluado, es probable que ese desastre tenga “consecuencias graves a largo plazo”.

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