En la calidez de su hogar en Canaima, sector La Planada, la docente jubilada Milagros Rosas abre las puertas de su escuelita para recibir a niñas y niños que buscan nivelación académica.

Con la compañía de su hija Viocelín Vásquez y la profesora de manualidades, Rosa González, dedican su tiempo a la formación integral y didáctica de los más pequeños.

«Siempre me he dedicado a esta actividad. Hace muchos años trabajaba como profesora en los liceos Siso Martínez y Santa Ana. Después de dejar de trabajar en esas instituciones, me dediqué a las tareas dirigidas en mi comunidad”, comentó Milagros quien siempre ha estado vinculada a la educación.

En su escuelita, se encarga de reforzar los conocimientos en lectura y escritura de los niños y niñas, adaptándose a su nivel de estudio y edad. Además, trabajan con manualidades junto a la profesora Rosa González, con quien a través de sus enseñanzas, desarrollan la psicomotricidad y capacidad de concentración de los estudiantes.

Milagros no solo tiene una larga trayectoria como docente, sino que también trabajó en la Dirección de Educación de Vargas como supervisora. «Y mientras esté activa y con ganas de seguir trabajando, me dedicaré a mis muchachos, claro que con la ayuda de mi hija que me ayuda a reforzar los conocimientos aquí en la escuelita”.

Por su parte, Viocelín, hija de Milagros, también ha estado siempre involucrada en la labor educativa. «Mi hija siempre ha estado trabajando conmigo. Buscándome actividades en la computadora. Yo creo que por mi vocación ella también ha estado siempre motivada».

Además de su trabajo en la escuelita, Milagros también participa en el Consejo Comunal de La Planada, demostrando su compromiso con la comunidad.

Un mensaje para los niños y la comunidad

Milagros tiene un mensaje claro para los niños y niñas que asisten a su escuelita: «Que sigan estudiando porque este es el futuro de su vida como profesionales que van a ser más adelante. Y que bueno que aquí nosotros los reforzamos. Y en su casa sus padres también nos ayudan a dar un poquito más de este pequeño interés hacia los niños. Ellos como padres y nosotros como maestras».

La escuelita de Milagros Rosas es un ejemplo de cómo la pasión por la educación puede traspasar las barreras de la jubilación y seguir impactando positivamente en la vida de los niños y niñas de la comunidad.

Por: Nainerys Mayora

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